Afrucat propone compartir las restricciones de agua en el campo con los usos domésticos
La Asociación Empresarial de Fruta de Cataluña (Afrucat) ha mostrado en una plantación de nectarinas de Castellserà (Lleida) las evidencias del cierre del Canal de Urgell «con unos frutos deshidratados, que están siendo expulsados por el árbol, y una carencia de frondosidad generalizada». Según ha manifestado Manel Simon, director general de Afrucat, «nos encontramos ante la realidad de la crónica de una muerte anunciada. Esta plantación de 10 hectáreas ya tiene la cosecha de este año perdida al 100% y está gestionando el agua de la balsa que tienen. Un árbol necesita unos 40 litros de agua al día en época productiva y ahora están recibiendo un riego de 4 litros por árbol cada 2 días. Para tener un orden de magnitud sabemos que en una ducha diaria se pierden 200 litros de agua».
Simon ha indicado «en la pasada reunión con las comunidades de regantes se puso sobre la mesa que quizás ha llegado el momento de volver a prácticas de hace unos años donde estaba generalizada la conciencia del ahorro de agua. Disminuir en un 20% las dotaciones de agua de las poblaciones, nos permitiría recuperar otro riego para los frutales este verano e incrementar las posibilidades de supervivencia de los árboles». Para añadir que «no es suficiente con la comunicación de que hay menos agua. Si mañana cuando abrimos el grifo vemos que hay menos presión quizá sirva de recordatorio de la situación para toda la población».
La disyuntiva de los fruticultores ante la situación es qué hacer. Por un lado, «lo ideal sería eliminar todos estos frutos deshidratados, que ya son irrecuperables, pero esta tarea representa un coste en mano de obra que no se podrá repercutir en ninguna parte». Por otra parte, «se puede esperar a que el árbol los expulse de forma espontánea cuando esté suficientemente estresado, pero mientras tanto sufrirá más».
Desde Afrucat se reitera la demanda de «establecer criterios claros y rigurosos a la hora de priorizar los usos del agua y poner en primer lugar las estructuras productivas leñosas que no son anuales y que, en caso de muerte, necesitan entre 4 y 5 años para volver a entrar en producción». Para que se produzca este hecho «es necesario que todos aquellos que no puedan regar tengan la seguridad de que serán compensados económicamente».
La asociación también se ha reunido con miembros de la DG Agri de la Comisión Europea para trasladarles la dura situación que está viviendo la fruta catalana, y ha recibido el compromiso de la administración europea de movilizar suficientes recursos para salvar la fruticultura.