Una tesis doctoral apunta que el suelo del olivar es un gran aliado frente al cambio climático

El suelo es uno de los mayores reservorios de carbono en los ecosistemas terrestres, ya que en el proceso de secuestro de CO2 contribuye en gran medida a reducir los gases de efecto invernadero. En este enfoque, se ha basado la tesis doctoral del investigador del Departamento de Química Agrícola, Edafología y Microbiología de la Universidad de Córdoba (UCO), Manuel González Rosado, que trabaja dentro del proyecto europeo Diverfarming y que ha explicado que el suelo del olivar mediterráneo «tiene una enorme capacidad para secuestrar carbono ya que, durante muchos años, se han empleado malas prácticas que han conllevado la pérdida de CO2, como el laboreo convencional o el no laboreo a base de herbicidas».

De los suelos de las parcelas de Jaén donde se ha llevado a cabo el estudio, González Rosado ha comentado que «tienen un gran potencial, porque existe mucha disponibilidad de almacenamiento, lo cual da la oportunidad de secuestrar carbono y hacer que permanezca con las prácticas agrícolas adecuadas».

Entre los manejos estudiados que ayudan a la captación de carbono se encuentra la introducción de cubiertas vegetales entre las calles del olivar que, además, previenen la erosión del suelo, algo que se dibuja como uno de los principales problemas de los olivares andaluces. El investigador de la UCO ha señalado que, anualmente, «se pierden en estos cultivos cantidades por encima de las 10 toneladas desuelo por hectárea y año, especialmente altas cuando se aplican prácticas de no laboreo y suelo desnudo con herbicidas». Para añadir al respecto que «esto podría revertirse con la implementación de cubiertas, ya que la erosión podría llegar a reducirse enormemente». Por este motivo, considera casi «obligatorio» un cambio de manejo que «implique la inclusión de cubiertas vegetales y que aumentan también la productividad y propician la regeneración de las propiedades del suelo mejorándolas». En el lado opuesto, ha indicado que «las prácticas de laboreo convencional y no laboreo con suelo desnudo son insostenibles para conseguir objetivos como los de la iniciativa ‘4 por 1.000’, que propone un incremento de carbono en el suelo de un 0,4% en los primeros 40 cm del suelo».

En su tesis, Manuel González Rosado ha querido ir un paso más allá, estudiando no solo esta capa superior sino también los demás estratos del suelo. Así, considera relevante tener en cuenta el horizonte profundo en el almacenamiento de carbono pues los efectos varían. «Analizamos perfiles completos de hasta 120 cm de profundidad y vimos que se almacenaba casi el 50% de carbono en esas capas inferiores», mientras que si solo se hubieran quedado con los primeros 40 cm «los cambios no habrían sido significativos», ha apuntado.

De hecho, varía el resultado incluso dentro de la misma parcela, en cuestión de la profundidad a la que se haga referencia. Por eso, «es importante estudiar la manera en la que el carbono, no solo se almacena, sino también en la que se mantiene en profundidad, ya que dependiendo de la fracción del suelo en la que se encuentre el carbono tendrá una mayor o menor estabilidad».

Publicidad

  
  

Newsletter

Suscríbete a nuestra Newsletter

Ejemplar gratuito


Entra en el Kiosco para accecer a tus suscripciones, descargar revistas en abierto, comprar ejemplares, ...

Publicaciones recomendadas

Jornadas Fruticultura