La apuesta de Viveros Hernandorena por el algarrobo viene de lejos. En 2011, el vivero puso en marcha un proyecto experimental de I+D dedicado a la mejora global de este cultivo, en colaboración con la Asociación de Empresas Innovadoras de la Garrofa (EiG). «Fruto de esta alianza y de nuestro know-how hemos logrado importantes mejoras, tanto la multiplicación de árboles injertados en vivero, como en los rendimientos de las nuevas plantaciones. Estamos transformando el cultivo del algarrobo de secano tradicional a un regadío intensivo de mayor eficiencia», ha indicado Rosa Hernandorena, directora comercial de Viveros Hernandorena.
Como punto de partida del proyecto, EiG realizó una prospección de variedades en diferentes zonas productoras del litoral mediterráneo hasta conseguir una óptima selección de patrones y variedades tanto hembras como hermafroditas. Por su parte, Viveros Hernandorena ha ido desarrollado este material vegetal con innovadoras técnicas de multiplicación de injerto y cultivo in vitro en su campo experimental de tres hectáreas, logrando la optimización y máxima eficiencia en todos los procesos a nivel agronómico y tecnológico. El resultado de este esfuerzo técnico y económico «ha sido la obtención de un árbol de máxima calidad y excelentes cualidades que adelanta su entrada en producción al tercer verde en algunas variedades».
Altos estándares
En Viveros Hernandorena gestionan la multiplicación del algarrobo desde la excelencia, haciendo una preselección exhaustiva de las mejores plantas en cada fase de crecimiento y manejo del cultivo para garantizar los más altos estándares del producto final. Cultivan las plantas en macetas de 1,5 litros, con un patrón de semilla selección rojal, el más homogéneo en vigor, implementando injerto y tutor para obtener la mayor productividad y eficiencia.
Las variedades hembra, ‘Duraió’ y ‘SDC’, mayoritarias en el levante español, tienen mayor vigor y altos niveles de producción en el tiempo. Las variedades hermafroditas implementadas son ‘13P’, ‘14P’ y ‘Turís’, polinizadoras de vigor medio y también productivas, con entre un 14 y 18% de rendimiento. En siembra «se recomienda la plantación después del verano, entre septiembre y octubre, para optimizar los resultados agarre de planta y desarrollo de raíz».
Otro logro a destacar radica en el adelanto en la entrada en producción de los árboles. Mientras que un algarrobo tradicional tarda entre ocho y diez años en ser productivo, gracias a los nuevos materiales vegetales y manejos, «se ha conseguido desarrollar árboles que dan sus primeros frutos a los tres años». «Con estas mejoras, de obtener entre 3.000 y 4.000 kilos/ha, pretendemos alcanzar mínimo 15.000 kilos/ha», señalan desde el vivero, asegurando que «la mayor productividad conllevará una rentabilidad más elevada en las plantaciones». En campo, la gran mayoría de las plantaciones de algarrobo se caracterizan por su rusticidad destacando su buena adaptabilidad en todo tipo de terrenos, escasa incidencia de plagas y bajos costes.
Una ventaja competitiva de este cultivo ecosostenible reside en sus escasas necesidades hídricas, adaptándose bien a la sequía y condiciones climáticas cambiantes. «Este cultivo tiene enorme potencial en zonas donde, bien por la sequía, baja rentabilidad de otros cultivos o por la incidencia de plagas, se están quedando sin opciones agronómicas», según Hernandorena.
Gracias a su apuesta innovadora, en Viveros Hernandorena son expertos en este cultivo, produciendo 80.000 patrones anuales, de los cuales obtienen más de 40.000 plantas de algarrobo comercializadas. Su crecimiento ha sido exponencial en la última década. «Nuestro vivero está muy bien posicionado en el cultivo de algarrobo, somos el único vivero que desarrolla distintas variedades con buena calidad de planta y una cantidad tal alta y estable de árboles injertados», afirman desde la empresa, haciendo hincapié en su sistema de producción diferencial, que garantiza calidad, sanidad y adaptación a la explotación agrícola.
Elevado valor ambiental
Una razón potente para implantar este cultivo es su alto valor ambiental, contribución para la conservación de los ecosistemas naturales y prevención de la desertización. Según un informe de la Asociación Empresas Innovadoras Garrofa (EIG), «el algarrobo tiene alta eficiencia fotosintética, ideal para absorber CO2 de la atmósfera, con un balance neto de carbono positivo, cercano a las 5,4 tmC. Estos resultados sugieren un potencial prometedor de las plantaciones de algarrobo para mitigar el cambio climático», para concluir que «en un futuro este cultivo podría llevar un etiquetado de ‘bajo en carbono’».
La baja producción de algarroba en el mercado contrasta con su alta demanda por parte de la industria que la emplea como aditivo o materia prima para elaborar alimentos. «La tendencia hacia un consumo de alimentos saludables ha aumentado la demanda de estas materias primas mucho más naturales», han resaltado desde Viveros Hernandorena. Este ‘oro blanco’ está muy revalorizado, ya que «es el espesante natural más demandado». Además, con la pulpa de la algarroba se elaboran harinas, cremas, bebidas y otros alimentos a los que aporta sus altas propiedades nutricionales. También es un producto muy valorado para la nutrición animal, como materia prima de piensos, y para las industrias cosmética y farmacéutica.
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