El proyecto Biovidman ha llegado a su fin tras haber logrado unos resultados determinantes con respecto a la mejora de la futura disponibilidad de material vegetal certificado de las variedades de vid autóctonas de Castilla–La Mancha. Habiendo puesto el foco, especialmente, en conseguir su adaptabilidad al cambio climático e impulsar su potencial enológico, durante su ejecución se ha trabajado en la selección y preselección clonal de biotipos de ‘Bobal’, ‘Airén’ y otras variedades minoritarias. Precisamente, uno de los principales objetivos del proyecto era recopilar material vegetal antiguo de ‘Bobal’ con una mayor resistencia a la marchitez fisiológica, manteniendo unos buenos niveles de producción y calidad.
De esta manera, «se ha conseguido avanzar en la conservación de la variabilidad genética presente en los viñedos castellanomanchegos, concretamente a través de la mejora de la disponibilidad del material vegetal de estas variedades». Sin embargo, aún es necesario que pase más tiempo para que las plantaciones piloto alcancen la edad adulta y sea posible realizar la toma de datos y la caracterización agronómica y enológica de los biotipos seleccionados. Así, «será posible sentar las bases para una futura validación de algunos clones de estas variedades, que estarán mejor adaptados a los efectos del cambio climático y, además, permitirán producir vinos de alta calidad enológica».
Aplicabilidad tecnológica y comercial
Los resultados obtenidos en el ámbito de la selección clonal y la recopilación de datos técnicos permitirán desarrollar soluciones innovadoras para la viticultura regional. En primer lugar, se podrá poner a disposición del sector un material vegetal certificado más tolerante a los efectos del cambio climático, ya que se han logrado preseleccionar biotipos con mayor eficiencia en el uso del agua y más resistentes frente a la marchitez fisiológica. Ambos factores son clave para garantizar la sostenibilidad del viñedo frente a las temperaturas extremas y la sequía.
Además, se ha avanzado en la optimización de la calidad enológica de las variedades mediante la identificación de biotipos con buen equilibrio entre acidez, concentración fenólica y perfil aromático. Esto facilitará «la producción de vinos más estructurados y con mayor diferenciación en el mercado». En lo referente a la diversificación del viñedo con variedades minoritarias, la selección de biotipos de ‘Moravia Agria’, ‘Tinto Velasco’, ‘Mizancho’, ‘Moscatel Serrano’ y ‘Montonera del Casar’, entre otras muchas, abre nuevas oportunidades para producir vinos con identidad varietal única y potenciar la oferta de productos diferenciados.
Finalmente, «se ha establecido una base científica para futuras validaciones en campo, ya que los datos obtenidos servirán como referencia para contrastar los resultados de las futuras evaluaciones en las plantaciones piloto, acelerando el proceso de homologación de clones».
Desde el punto de vista de la aplicabilidad comercial, estos resultados también representan una oportunidad estratégica para mejorar la competitividad del sector vitivinícola, con impactos directos en el mercado. Así, «la próxima homologación y certificación de los clones que se han generado permitirá ofrecer material vegetal de calidad para su comercialización, adaptado a las nuevas condiciones agroclimáticas y con garantías sanitarias».
Además, la selección de biotipos con características enológicas diferenciadoras facilitará la producción de vinos con mayor expresión varietal, favoreciendo su acceso y posicionamiento en mercados (nacionales e internacionales) de mayor valor añadido y más exigentes. En cuanto a la revalorización de variedades tradicionales, la certificación de variedades históricas con buen rendimiento y calidad «permitirá recuperar su cultivo, dotando a las bodegas de nuevas herramientas para innovar y ampliar su oferta de productos».
Por último, la mejora en la sostenibilidad del viñedo permitirá su mayor rentabilidad, ya que «la introducción de clones más adaptados reducirá la dependencia del riego y los tratamientos fitosanitarios, disminuyendo costes y aumentando la eficiencia de las explotaciones vitícolas».
El Grupo Operativo de este proyecto ha estado formado por Vitis Navarra, la bodega La Niña de Cuenca y el Instituto Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario y Forestal de Castilla–La Mancha (IRIAF–IVICAM). El agricultor Lorenzo A. López Orozco también ha participado en esta iniciativa, siendo el responsable de su coordinación técnica. Biovidman ha contado con una ayuda de unos 157.000 euros, cofinanciados por la Unión Europea (a través del Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural –FEADER–), por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y por la Junta de Comunidades de Castilla–La Mancha.