El aumento de las temperaturas medias, la irregularidad de las lluvias y la mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos están afectando directamente a la producción vitivinícola, obligando a revisar tanto las prácticas agronómicas como las estrategias de adaptación del sector. En este contexto, el desarrollo de soluciones científicas aplicadas se vuelve esencial para garantizar la sostenibilidad de los viñedos y la resiliencia de las parcelas.
El impacto del cambio climático se percibe de forma clara en territorios como la Rioja Alavesa, donde el cultivo de la vid no solo es uno de los motores económicos principales de la región, sino también una pieza del paisaje y de la identidad cultural. Las alteraciones del calendario de maduración, los cambios en el perfil aromático de los vinos y el estrés hídrico que afecta a las cepas son señales de un entorno que evoluciona y que exige respuestas coordinadas.
Para abordar estos retos, el centro tecnológico NEIKER, entidad dependiente del Departamento de Alimentación, Desarrollo Rural, Agricultura y Pesca del Gobierno Vasco, participa en tres proyectos de ámbito europeo centrados en el uso eficiente del agua, la promoción de la biodiversidad y la incorporación de prácticas agroecológicas en la gestión de los viñedos.
Se trata de dos proyectos de la convocatoria INTERREG SUDOE, e-Rigation (159.375 euros) y POLITA (185.900 euros), y uno de ERA-NET Agroecology, VinAE (147.500 euros).
Olatz Unamunzaga, directora general de NEIKER, ha manifestado que «con esta nueva financiación europea, NEIKER refuerza su papel como agente clave en la transformación del sector vitivinícola, combinando ciencia de excelencia con una profunda vocación de transferencia y proximidad. Buscamos contribuir a la competitividad de las bodegas, a la sostenibilidad del territorio y al posicionamiento internacional de Rioja Alavesa como ejemplo de viticultura innovadora, conectada con la tierra y comprometida con el futuro».
Estaciones meteorológicas en viñedos
La primera de las iniciativas, denominada e-Rigation y liderada por NEIKER, «tiene como objetivo mejorar la eficiencia en el uso del agua en el sector agrícola, un reto prioritario en el sudoeste de Europa, donde la escasez hídrica es cada vez mayor como consecuencia del aumento de las temperaturas y la reducción de las precipitaciones». Este proyecto desarrollará y testará un enfoque innovador de manejo del uso del agua eficiente), basado en redes de estaciones meteorológicas virtuales, que permitirá reducir el impacto de las actividades agrícolas sobre el sistema hídrico del espacio Sudoe y favorecer la adaptación a un contexto de progresiva escasez de agua. Asimismo, «se pondrá en marcha un dispositivo de capacitación de productores y sensibilización de los gestores de los recursos hídricos. Se prevé la monitorización de parcelas de vid con objeto de mejorar la eficiencia del uso del agua relacionada con la realización de aplicaciones fitosanitarias».
«Para nutrir esta herramienta, se van a desarrollar sistemas de interpolación de datos meteorológicos de alta resolución (estaciones meteorológicas virtuales) en explotaciones reales de distintas zonas del sudoeste europeo, que permitirán recopilar datos agroclimáticos de alta precisión a escala de parcela, necesarios para ajustar las recomendaciones de riego y ciertas aplicaciones de fitosanitarios a las condiciones concretas de cada cultivo», explica Gorka Landeras, investigador del Departamento de Producción y Protección Vegetal de NEIKER.
Insectos para controlar plagas
El segundo proyecto, POLITA, también liderado por este centro tecnológico, está centrado en fomentar la biodiversidad en viñedos y manzanales con el objetivo de reforzar el equilibrio ecológico en estos agroecosistemas. La iniciativa busca favorecer la presencia de insectos beneficiosos, como los polinizadores o los depredadores naturales de plagas, que contribuyen a controlar problemas fitosanitarios de forma natural y a mantener los cultivos más sanos con menor dependencia de tratamientos químicos. Para ello, se habilitarán bandas, islas o pequeños corredores verdes, que sirvan de refugio y alimento para estos insectos. Asimismo, se ensayarán formas de manejo más respetuosas con el entorno, el suelo y la vegetación.
Ana Diez, investigadora del Departamento de Producción y Protección Vegetal de NEIKER, ha indicado que se busca «impulsar un modelo de producción más equilibrado y estable, que permita que los cultivos se mantengan por sí mismos en mejores condiciones, con una mínima necesidad de aportes externos y donde la naturaleza actúe como aliada».
Prácticas agroambientales sostenibles
El tercer proyecto, denominado VinAE, busca crear una red de viñedos piloto en cinco países productores –España, Francia, Italia, Portugal y Turquía– donde se ensayen y mejoren prácticas agroambientales sostenibles como la implantación de cubiertas vegetales con capacidad para reducir la presión de plagas de forma natural, el uso de bioinóculos basados en comunidades sintéticas de microorganismos y transplantes de suelos sanos nativos que promuevan la biodiversidad edáfica. Estas técnicas «buscarán reforzar aspectos ambientales como la biodiversidad, la regulación del agua y la retención de carbono, pero también se tendrán en cuenta aspectos socioeconómicos y su influencia sobre la calidad de la uva».
«A través de una estrategia participativa y de co-creación, se pondrán en común estas prácticas con los propios agentes del sector, adaptándolas a las condiciones específicas de cada territorio y fomentando un modelo de transferencia de conocimiento más directo y eficaz», ha señalado Lur Epelde, investigadora del Departamento de Conservación de Recursos Naturales de NEIKER.
Estas iniciativas europeas permiten a NEIKER trabajar al más alto nivel con centros de investigación europeos en la materia, lo que garantiza que las soluciones y estrategias desarrolladas sean punteras y estén alineadas con las mejores prácticas internacionales.
Además, se suman a otros cinco proyectos europeos actualmente en marcha en el centro (SeaWines, Grape-Breed, Iswine, Vitisad-II y An-Gel), enfocados en dar respuesta a los desafíos que plantea el cambio climático en la viticultura y avanzar hacia una agricultura más sostenible.