Pesticidas

A finales del mes de octubre, los socios del consorcio NOVATERRA se reunieron telemáticamente para lanzar oficialmente un nuevo proyecto de investigación e innovación cuyo objetivo es la creación de un enfoque de 360º para garantizar la seguridad alimentaria, así como el acceso a una alimentación sana para una población creciente, siguiendo las directivas y prioridades de la Unión Europea (UE) en materia de uso sostenible de pesticidas. Para ello, el proyecto cuenta con un presupuesto de 5,5 millones de euros y ha recibido una ayuda de más de 4,8 millones de la Comisión Europea, a través del programa Horizon 2020.

Sus promotores han informado que mediante diversos casos de estudio en campos de olivos y viñedos mediterráneos, se desarrollarán nuevas estrategias sostenibles e integradas, que sean viables técnica y económicamente para distintos sistemas de cultivo, con el fin de eliminar o reducir el uso y el impacto negativo de los pesticidas más perjudiciales.

Con el objetivo fundamental de reducir la contaminación ambiental y el daño causado a organismos no-objetivo, así como mejorar la sostenibilidad económica de los agricultores mediterráneos, expertos de 6 países (España, Portugal, Francia, Italia, Grecia y Bélgica) abordarán un plan de trabajo que se ha estructurado en tres enfoques clave:

- Productos naturales y alternativos para la protección de las plantas (biopesticidas y biocontrol).

- Una plataforma de agricultura inteligente para una mayor precisión en la aplicación de pesticidas.

- Nuevas técnicas de gestión de suelos, estrategias de biodiversidad funcional y robótica para la gestión de malas hierbas.

Además, NOVATERRA creará una red de ‘stakeholders’ (partes interesadas) involucrando, no solo a agricultores, sino también a otros agentes del sector del vino y el olivar para que puedan participar a lo largo del proyecto, aportando sugerencias y recomendaciones específicas.

El consorcio ha añadido que “las soluciones previstas estarán alineadas con las necesidades actuales del mercado, la sensibilidad de los consumidores, la legislación europea actual y venidera, así como con la capacidad de inversión tan diversa existente entre los agricultores y productores de las distintas regiones mediterráneas”. Por este motivo, NOVATERRA ha señalado que “se adaptará a distintas regiones edafoclimáticas, permitiendo que los agricultores puedan mejorar sus estrategias de manejo integral de plagas, protegiendo sus viñedos contra mildiu, botritis y polilla del racimo, así como a sus olivos contra el repilo, la mosca de la fruta, polilla de la oliva y la cochinilla negra”.

El consorcio NOVATERRA está liderado por el Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries (IRTA), que trabajará durante los próximos 4 años con otras 18 entidades, entre las que se encuentra la Plataforma Tecnológica del Vino (PTV) al frente de la comunicación y difusión de los resultados en España. Además, NOVATERRA cuenta con el apoyo de la consultora Artica Ingeniería e Innovación (artica+i) en la concepción de la idea y diseño de este proyecto.

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La Comisión Europea (CE) propondrá a los países miembros de la Unión Europea (UE) que no renueven la autorización para utilizar los plaguicidas clorpirifós y clorpirifós metil a partir de enero de 2020 por sus posibles efectos nocivos sobre la salud humana, según ha anunciado el 27 de agosto el ejecutivo comunitario. Así, una portavoz comunitaria ha indicado durante la rueda de prensa diaria de la institución que «la autorización actual expirará en todo caso en enero de 2020. Así que, entre tanto, estamos preparando un borrador que presentaremos a los Estados miembros para no renovar estas dos sustancias».

Esta decisión llega después de que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) confirmase el 2 de agosto que existe preocupación sobre el riesgo que entrañan estas sustancias, en concreto por sus posibles efectos genotóxicos y neurológicos en el desarrollo de los niños. En este sentido, este organismo ha señalado que el pesticida clorpirifós «no cumple con los criterios requeridos por la legislación para la renovación de su aprobación por la UE».

Cabe recordar que el clorpirifós es un plaguicida muy utilizado en agricultura, que fue autorizado por primera vez en la UE en 2006, aunque ocho estados —Alemania, Irlanda, Finlandia, Suecia, Dinamarca, Eslovenia, Letonia y Lituania— lo tienen prohibido.

Las autorizaciones comunitarias a los pesticidas se van renovando periódicamente a la luz de los hallazgos científicos, una decisión que depende en última instancia de los Estados miembros. La del clorpirifós expira el 31 de enero del próximo año. Desde su llegada al mercado en 1965 este ha sido uno de los pesticidas más utilizados en agricultura para proteger las cosechas de los insectos y, en menor medida, en las viviendas para luchar contra plagas.

En la UE, el clorpirifós está entre los 15 pesticidas más presentes en los alimentos y sus residuos se han detectado sobre todo en los cítricos, según un análisis publicado por la organización Pesticide Action Network el pasado junio, que los encontró en uno de cada cuatro pomelos y limones, así como en un tercio de las naranjas y mandarinas analizadas.

En España, se detectó en una de cada cinco frutas, entre ellas, en el 40% de las naranjas y el 35% de las mandarinas analizadas, de acuerdo con los estudios citados por la organización, que aboga por minimizar el uso de pesticidas en agricultura.

En Estados Unidos se prohibió su uso dentro de viviendas en el año 2000 por ser demasiado tóxico para los niños, pero se mantuvo su uso agrícola. La Agencia para la Protección Ambiental (EPA) estadounidense había iniciado en 2015 el proceso para prohibirlo definitivamente, pero en 2017 puso freno con la llegada de la administración de Donald Trump, que rechazaba limitar su empleo. Sin embargo, el pasado día 9 de agosto, una Corte de Apelaciones ordenó al gobierno estadounidense prohibirlo en un plazo de 60 días.

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La investigación muestra una disminución drástica en los niveles de plaguicidas detectados en la orina de los agricultores

 

Un consorcio de investigadores de la Comunitat Valenciana ha investigado los efectos que el uso de plaguicidas en la agricultura tiene sobre la salud y el medio ambiente, centrándose en la evaluación de un sistema de riego por goteo en el que estos son aplicados directamente sobre la raíz de las plantas. Los resultados obtenidos en el estudio muestran que el uso de sistemas de irrigación por goteo, en comparación con la pulverización tradicional, disminuye la diseminación de plaguicidas desde el agua de riego al aire y al cuerpo humano.

La investigación ha sido realizada por investigadores del Área de Seguridad Alimentaria de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (Fisabio) –dependiente de la Consejería de Sanidad Universal y Salud Pública–, que ha liderado el proyecto, junto con la Comunidad de Regantes Canal Júcar Túria Sector II l’Alcúdia y las empresas JAP Energéticas Medioambientales SL y Qualitas.

Vicent Yusà, responsable del Área de Seguridad Alimentaria de la fundación Fisabio, ha manifestado que «hemos encontrado que, aplicando los plaguicidas con el riego por goteo, no se produce el efecto deriva que si se produce cuando se aplican por pulverización».

«También hemos observado una disminución muy importante en los niveles de plaguicidas a los que se exponen los agricultores que administran el tratamiento en los cultivos», ha comentado, Antonio López, investigador del proyecto. Para añadir que «estos niveles han disminuido entre un 35% y un 95% respecto al sistema convencional de aplicación por spray, dependiendo del tipo de plaguicida analizado».

El estudio se ha realizado sobre cultivos de cítricos, frutales de hueso y caquis en la Comunidad de Regantes de l’Alcúdia, que abarca en total una superficie de 813 hectáreas distribuidas entre este municipio, Alzira y Guadassuar. El análisis se ha realizado comparando parcelas donde los plaguicidas se aplicaron por irrigación con el sistema por goteo con otras zonas adyacentes tratadas con el sistema tradicional de pulverización. Durante los 21 meses en los que tuvo lugar la irrigación se analizó la presencia en el aire de más de 70 plaguicidas en ambos tipos de parcelas mediante muestreo en aire con captadores de alto volumen.

Asimismo, se tomaron más de 100 muestras de orina de agricultores para analizar los niveles de más de 10 metabolitos (sustancias producidas por el organismo al degradar un plaguicida).

«En la orina de los agricultores que han utilizado el riego por goteo, observamos un nivel 25 veces inferior del metabolito indicador de la presencia del plaguicida metil-clorpirifos, una sustancia que tiene potenciales efectos sobre la función de la tiroides», ha explicado Olga Pardo, investigadora del Área de Seguridad Alimentaria de Fisabio y experta en el análisis químico y la evaluación del riesgo de contaminantes del entorno, quien ha supervisado la realización y análisis de las muestras.

Pardo ha comentado al respecto que «también observamos una disminución de 5 veces del metabolito del plaguicida imidacloprid, una sustancia moderadamente tóxica catalogada como probable carcinógeno, y una disminución de 8 veces del metabolito del plaguicida pendimetalina, un compuesto que aumenta el riesgo de padecer cáncer de páncreas». Todas estas sustancias están autorizadas actualmente y sus efectos se están investigando en los últimos años para adecuar las recomendaciones y regulación sobre su utilización.

Una parte de los resultados obtenidos ya han sido publicados en dos artículos de investigación en las revistas científicas Talanta (con el título ‘Evaluation of sampling adsorbents and validation of a LC–HRMS method for determination of 28 airborne pesticides’) e International Journal of Environmental Analytical Chemistry (bajo el título ‘Selection of sampling adsorbents and optimisation and validation of a GC–MS/MS method for airborne pesticides’).

El estudio se ha efectuado entre 2015 y 2018 y se ha financiado con 784.325 euros por la Unión Europea (UE) en el proyecto IRRILIFE ('Environmentally efficient use of pesticides by localized irrigation systems'), cuya finalidad era reducir el uso de plaguicidas en la agricultura y minimizar el impacto de los mismos en la atmósfera a través de la puesta en práctica de una nueva metodología de aplicación menos contaminante, más respetuosa con el medio ambiente y, al mismo tiempo, más eficaz.Un consorcio de investigadores de la Comunitat Valenciana ha investigado los efectos que el uso de plaguicidas en la agricultura tiene sobre la salud y el medio ambiente, centrándose en la evaluación de un sistema de riego por goteo en el que estos son aplicados directamente sobre la raíz de las plantas. Los resultados obtenidos en el estudio muestran que el uso de sistemas de irrigación por goteo, en comparación con la pulverización tradicional, disminuye la diseminación de plaguicidas desde el agua de riego al aire y al cuerpo humano.

 

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