Simó Alegre, director de Fruitcentre

Entrevista a Simó Alegre, director de Fruitcentre

‘Fruitcentre hace del IRTA un partner para desarrollar productos y servicios de la fruta en el mundo’

Fruitcentre ha empezado a posicionarse como punto de atracción de talento y socio de empresas y centros de investigación de todo el mundo a la hora de desarrollar productos y servicios de la fruta. Su director, Simó Alegre, que además de ocuparse de investigar ha seguido el día a día su construcción y que conoce en qué se ha gastado cada euro de los 14, 2 millones que ha costado la obra, está empeñado en que la visibilidad que da al IRTA el nuevo edificio de seis plantas piloto y 23 laboratorios se traduzca en la captación de nuevos proyectos de producción de insumos para la fruticultura del sur de Europa y de punto de referencia para el mundo de la investigación internacional.  

¿En qué ha cambiado la actividad de la división de fruticultura del IRTA en el medio año de actividad de Fruitcentre?

El centro ha dado visibilidad al IRTA en los ámbitos en los que estamos trabajando hasta ahora. Y no sólo al IRTA sino a Lleida como centro de investigación y desarrollo del ámbito agrario. Nosotros decimos que como el edificio tiene mucha visibilidad la gente tiene una imagen para llevarse en su retina.  

¿Han aumentado los contratos de I+D+I con empresas?

Ha aumentado la actividad con empresas internacionales, grupos que producen insumos para nuestra fruticultura y que su desarrollo estaba desarrollado fuera de nuestras zonas. Venían con un producto acabado. La diferencia es que ahora se plantean producir aquí. Hemos empezado a firmar acuerdos que hacen referencia al desarrollo in situ. Porque esta visibilidad y capacidad del centro, hace que podamos captar desarrollo para empresas externas que luego van a utilizar esos insumos para poner a la venta productos en el valle del Ebro.  

¿Qué perfil tienen estas empresas?

Una de ellas trabaja en el campo de la tecnología de la poscosecha y ha contactado con nosotros para que desarrollemos juntos nuevos sistemas de conservación de fruta. Otra se dedica a la comercialización de productos para el campo, fitosanitarios y ha apostado por el IRTA para desarrollar productos relacionados con la carga de los frutales, con el aclareo. Son sólo algunos ejemplos.  

¿Qué ofrece Fruitcentre?

Una de las razones por las que nació Fruitcentre fue la necesidad de abordar el comportamiento de conservación de todas las variedades de fruta que estamos creando en el marco de los programas de mejora. El IRTA hace más de diez años puso en marcha conjuntamente con el sector y con el apoyo del departamento de Agricultura de la Generalitat de Catalunya un programa de obtención de nuevas variedades de manzano, peral y melocotón y decidimos que una variedad tenía que salir al mercado suficientemente testada y que no haya sorpresas en su proceso de conservación. Y para ello necesitábamos instalaciones para investigar la conservación. Se ha diseñado en base a eso. El núcleo fuerte de Fruitcentre es su capacidad de trabajar en la conservación de fruta. El sector lo ha acogido con ilusión y empieza a tener reconocimiento internacional. Ya se habla del centro. Para nosotros ya cumple con un objetivo: que sea un reclamo para que empresas y centros de investigación internacionales piensen en el IRTA como un partner para desarrollar productos y servicios.

¿Además de la actividad investigadora, Fruitcentre tiene otras áreas de negocio?

Sólo en cámaras de frío, Fruitcentre tiene tecnología puntera y una gran capacidad que las empresas empiezan a demandar. Ya hemos tenido productos que no están ni siquiera en España que necesitan tecnología de poscosecha para el mercado internacional. El hecho de desarrollar tecnologías puede permitir que algunas centrales de la zona acaben también conservando estos productos. Las grandes centrales de melocotón con estructura disponible a partir de octubre pueden ofrecer frío y amortizar su estructura. La infraestructura de Fruitcentre abre las puertas a estas empresas a trabajar porque tenemos disponibilidad y conocimiento para aplicarlo a productos tropicales o secos. Nosotros hemos empezado a conservar productos como calabazas o caquis que tradicionalmente no se producen en nuestra zona. Nuestra instalación permite la conservación y la mejora en este campo. El IRTA tiene un servicio de poscosecha. Cuando nosotros aprendemos y tenemos a punto un sistema rápidamente lo transferimos a las empresas para que puedan ofrecerlo. Ahora tenemos demanda de conservación de granadas porque la zona de Valencia ha incrementado sus plantaciones de granados y tienen un problema de falta de espacio para conservarlos. Ya hay alguna empresa que ha empezado a hacer contactos en Lleida para poder utilizar cámaras.  

¿Catalunya sería buena tierra para granados?

Hay una demanda de nuestro sector tradicional para ver alternativas de cultivo. Uno en los que hemos empezado a trabajar es el granado con el objetivo de detectar si el sur de Catalunya puede ser la zona de final de campaña. Estamos haciendo pruebas en la zona de Ascó (Tarragona).  

Uno de los atractivos de Fruitcentre es su apuesta por la cuarta y la quinta gama. Fruitcentre hace una apuesta por acabar de cerrar la cadena. Y la parte final es la cuarta y la quinta gama. Además de la típica fruta pelada y troceada la idea es trabajar también con verdura: desde verduras embolsadas a nuevos formatos de verduras y lechugas envasadas mejorando su grado de conservación o incrementando su variabilidad hasta la preparación de sopas de verduras, gazpachos o cremas de fruta. Es un paso hacia el precocinado que se ha hecho en otros ámbitos como la carne y que tenemos que aplicar a frutas y verduras. Avanzamos hacia la combinación de frutas y verduras que en el mercado está en contadas ocasiones. En este momento estamos todavía en la fase de trabajo paralelo a lo que ya hay en el mercado en la línea de zumos enriquecidos o sopas con productos biofuncionales.  

¿Tiene algún proyecto de mecanización?

Si, queremos focalizar ahora el trabajo en la parte de recolección para optimizar costes. Mejorar el coste de la recogida pasa por cambiar el sistema. En algunos casos puede significar recoger directamente al palot, lo que significa estrechar distancias entre las filas de árboles porque no se puede plantear un trenecillo y recoger a palots si estás en una calle de cuatro metros. Se trata de plantar a tres metros, incluso hay pruebas de 2,80. Otra opción es ir a sistemas asistidos. En EE.UU. hay algún prototipo nuevo que se basa en el transporte neumático. Se trata de no depositar sobre cubos o cintas. Es un sistema de aspiración de tal manera que el trabajador sólo tiene que ponerlo en la boca de la aspiración y la fruta sigue. También estamos evaluando sistemas de robótica. El mundo industrial desarrolla tecnología que a lo largo de los años baja precios y puede introducirse en el mundo agrario. Antes pasaba cada tres décadas y ahora ocurre con más frecuencia. Hay alguna empresa que está evaluando la posibilidad de introducir de nuevo sistemas de robótica pensados para la recolección de fruta. Hay algo en recogida de manzana para sidra, ahora se está pensando para fruta fresca para el consumo.  

¿Sería un temporero robot?

Sí. Hay empresas que vienen del mundo de la robótica, sobre todo del mundo de la automoción que durante estos años han tenido un gran desarrollo de Know–How en robótica aplicada al sector de la automoción y que en estos momentos como es una tecnología muy desarrollada y que ha bajado de precio cabe la posibilidad de aplicar los mismos principios a la recolección.  

Parece futurista.

Sí, cuesta. Nosotros cuando planteamos estos proyectos no buscamos sólo el desarrollo final sino también los beneficios de todo el proceso de creación. Aparecen muchas cosas que ayudan. Si construimos una buena plataforma con sistemas más ágiles que los actuales, se puede facilitar la recogida manual. Si tenemos un sistema de visión que detecta las formas puede mejorarse mucho los sistemas de clasificación. Este sistema puede tener dificultades para moverse en campo pero será fácil hacerlo encajar en centrales. En este momento hay dudas porque hablamos de máquinas con un coste muy elevado. Tiene un mercado limitado. Lo que es más importante es que damos un paso para meter al sector industrial en la agronomía, que es la gran asignatura pendiente. Uno de los problemas que tenemos en la agricultura es que no hemos sido capaces de influir en el sector industrial para que se involucre en la producción agraria.

Rosa Matas, Lleida.

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