Un descenso que se debe en gran medida a la climatología adversa que ha provocado todo tipo de incidencias, como las heladas de la primavera, que supusieron la fuerte reducción de la fruta de hueso especialmente en Aragón y Cataluña, o las incesantes lluvias durante los meses de abril y mayo en regiones eminentemente hortofrutícolas como Murcia.