La PAC debe aportar más claridad para facilitar el trabajo de las organizaciones de productores de frutas y hortalizas
Artículo de opinión de Luc Vanoirbeek, presidente del Grupo de Trabajo “Frutas y hortalizas” del Copa y la Cogeca y secretario general de la Federación de cooperativas hortícolas belgas.
Las organizaciones de productores de frutas y hortalizas son el pilar de los esfuerzos de comercialización
Muchos consumidores europeos desconocen el papel fundamental que tienen las organizaciones de productores en el sector agrario. Sin embargo, en mi sector, el de las frutas y hortalizas, son el pilar de los esfuerzos de comercialización. A fecha de 2022, la Comisión Europea registraba 1 536 organizaciones de productores y 26 organizaciones trasnacionales en este sector. A menudo llamadas “OPFH”, estas organizaciones de productores de frutas y hortalizas son únicas, pues consisten en un grupo de productores o cooperativas que se unen para poner su producción en común con vistas a comercializarla.
Las OP son indispensables ya que aseguran una oferta estable de productos sanos y de gran calidad, al tiempo que cumplen con los acuerdos logísticos para satisfacer las necesidades de los minoristas y proteger la salud del consumidor.
Desde 1996, la UE ha destinado ayudas específicas a las organizaciones de productores de frutas y hortalizas. De esta manera, se busca fortalecer la posición de los productores en la cadena de suministro a través del fomento de medidas e inversiones colectivas, la gestión de crisis y los esfuerzos en pro de la adaptación al cambio climático y la defensa del medioambiente. Este apoyo es proporcional al volumen de negocios de cada OP y permite cofinanciar hasta el 50% del fondo operativo que establezcan los productores para aplicar los programas operativos plurianuales.
Gracias a estos programas operativos cofinanciados por la UE, las organizaciones de productores del sector hortofrutícola amplían el poder de negociación de los productores individuales y garantizan un sistema de ventas transparente y justo para todos sus miembros. Además, las OP promueven el desarrollo sostenible abordando de manera colectiva las dimensiones económica, social y medioambiental y ofreciendo certificaciones de grupo como el sistema GlobalGAP.
Estos resultados no serían posibles al mismo coste sin la ayuda comunitaria que, en última instancia, beneficia a los consumidores europeos, al mantener asequibles los precios de las frutas y hortalizas frescas.
Sin embargo, este maravilloso sistema, un éxito europeo que considero no se subraya lo suficiente y que encaja a la perfección con las exigencias sociales, se encuentra bloqueado hasta cierto punto y su futuro me preocupa. Permítanme que me explique.
A partir del 2023 y hasta 2025, las OP deben poner en marcha, de manera gradual, sus programas operativos en el marco de la nueva PAC. Esta nueva Política Agraria Común concede una mayor subsidiariedad a los Estados miembros, lo que les permite llevar a cabo sus planes estratégicos nacionales en función de sus prioridades en materia de agricultura.
Tras un año de la nueva PAC, he podido observar que algunas disposiciones se han desarrollado de manera deficiente, son poco claras o dan lugar a diversas interpretaciones. En las disposiciones horizontales de los programas operativos no se tienen debidamente en cuenta las características específicas de las organizaciones de productores del sector de las frutas y hortalizas y esta interpretación errónea de la subsidiariedad puede provocar graves efectos negativos.
Esta situación ha creado incertidumbre legal y ha derivado en incoherencias y menos opciones para los programas operativos del sector hortofrutícola. Por ejemplo, en el sistema anterior, las OP pequeñas y medianas podían recibir pagos parciales directamente de la UE. En cambio, en esta nueva PAC, estos pagos parciales quedan en manos de los Estados miembros o las regiones, que pueden decidir no efectuarlos. Otro ejemplo es la negativa de algunas autoridades a ajustar los salarios a la inflación alegando que esos incrementos no formaban parte de la declaración inicial del programa.
Así pues, me temo que para 2025 muchas pequeñas y medianas organizaciones de productores del sector serán incapaces de establecer nuevos programas operativos plurianuales con la nueva PAC o simplemente decidirán no hacerlo. Esto acarrearía una significativa reducción del volumen de frutas y hortalizas comercializado a través de las OP y sería un atraso en todos los sentidos.
Mientras los Estados miembro y la Comisión debaten acerca del futuro del sector hortofrutícola en la próxima reunión del Comité Especial de Agricultura (CEA), les insto a que se aseguren de que la transición de los programas operativos de las OP al nuevo modelo de la PAC sea un éxito y no un retroceso. En suma, incentivar el aumento de las OP reconocidas es de vital importancia, especialmente en regiones en las que la organización de los productores de este sector es todavía limitada.