La Comisión Europea pedirá prohibir a partir del 2020 el clorpirifós y el clorpirifós metil

La Comisión Europea (CE) propondrá a los países miembros de la Unión Europea (UE) que no renueven la autorización para utilizar los plaguicidas clorpirifós y clorpirifós metil a partir de enero de 2020 por sus posibles efectos nocivos sobre la salud humana, según ha anunciado el 27 de agosto el ejecutivo comunitario. Así, una portavoz comunitaria ha indicado durante la rueda de prensa diaria de la institución que «la autorización actual expirará en todo caso en enero de 2020. Así que, entre tanto, estamos preparando un borrador que presentaremos a los Estados miembros para no renovar estas dos sustancias».

Esta decisión llega después de que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) confirmase el 2 de agosto que existe preocupación sobre el riesgo que entrañan estas sustancias, en concreto por sus posibles efectos genotóxicos y neurológicos en el desarrollo de los niños. En este sentido, este organismo ha señalado que el pesticida clorpirifós «no cumple con los criterios requeridos por la legislación para la renovación de su aprobación por la UE».

Cabe recordar que el clorpirifós es un plaguicida muy utilizado en agricultura, que fue autorizado por primera vez en la UE en 2006, aunque ocho estados —Alemania, Irlanda, Finlandia, Suecia, Dinamarca, Eslovenia, Letonia y Lituania— lo tienen prohibido.

Las autorizaciones comunitarias a los pesticidas se van renovando periódicamente a la luz de los hallazgos científicos, una decisión que depende en última instancia de los Estados miembros. La del clorpirifós expira el 31 de enero del próximo año. Desde su llegada al mercado en 1965 este ha sido uno de los pesticidas más utilizados en agricultura para proteger las cosechas de los insectos y, en menor medida, en las viviendas para luchar contra plagas.

En la UE, el clorpirifós está entre los 15 pesticidas más presentes en los alimentos y sus residuos se han detectado sobre todo en los cítricos, según un análisis publicado por la organización Pesticide Action Network el pasado junio, que los encontró en uno de cada cuatro pomelos y limones, así como en un tercio de las naranjas y mandarinas analizadas.

En España, se detectó en una de cada cinco frutas, entre ellas, en el 40% de las naranjas y el 35% de las mandarinas analizadas, de acuerdo con los estudios citados por la organización, que aboga por minimizar el uso de pesticidas en agricultura.

En Estados Unidos se prohibió su uso dentro de viviendas en el año 2000 por ser demasiado tóxico para los niños, pero se mantuvo su uso agrícola. La Agencia para la Protección Ambiental (EPA) estadounidense había iniciado en 2015 el proceso para prohibirlo definitivamente, pero en 2017 puso freno con la llegada de la administración de Donald Trump, que rechazaba limitar su empleo. Sin embargo, el pasado día 9 de agosto, una Corte de Apelaciones ordenó al gobierno estadounidense prohibirlo en un plazo de 60 días.

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