Entrevista a Joaquim Carbó, técnico especialista en fruticultura en la Estación Experimental IRTA Mas Badia
Entrevista a Joaquim Carbó, técnico especialista en fruticultura en la Estación Experimental IRTA Mas Badia
‘La colección de variedades ha aportado mucho al sector’
Después de una vida dedicada a la investigación en el campo de la fruticultura, Joaquim Carbó se jubila. En la XXIX Jornada Frutícola de Mollerussa recibió un sentido homenaje por parte de sus compañeros del IRTA tras su última intervención en que la describió la evolución de las variedades de manzana seleccionadas en los últimos 40 años. Por este motivo, desde nuestra publicación hemos querido repasar con él su amplia trayectoria y los conocimientos adquiridos en este sector.
¿Con la ‘Jonagold’ belga empezó todo?
No sé si fue así. Lo que pasó es que varios productores de Girona inquietos querían innovar, porque en aquellos momentos, estamos hablando de finales de los años setenta, solo había ‘Golden’, ‘Red Delicious’, y especialmente ‘Starking Delicious’ y ‘Granny Smith’. Hicieron un viaje a Bélgica con un viverista que tenía representación en nuestra zona. Allí, donde la variedad ‘Jonagold’ era un monocultivo, nuestros productores visitaron plantaciones y comprobaron que su rendimiento era espectacular. Regresaron con la idea de producirla aquí, y lo hicieron entre 1980 y 1984 plantando diversas hectáreas sin saber cómo se comportaría en nuestra zona, pensando que sería como la habían visto en Bélgica. No obstante, nuestras condiciones difieren de las de ese país, así que cuando empezaron a producir se encontraron con diversas problemáticas. Entre ellas, la falta de color en las manzanas, así como la caída de los frutos, lo que provocó que para evitar esto se recolectaran antes. Al final, esta fruta tuvo que venderse como una manzana diferente a ‘Jonagold’ y perdieron una cantidad elevada de dinero. En ese momento, los productores se concienciaron de que antes de plantar una variedad había que evaluarla y comprobar si se adapta a la zona.
Este fue el punto de partida para la creación de la Estació Experimental Agrícola Mas Badia. En octubre de 1984 la Fundación Mas Badia fue una realidad, con la participación de la Universidad Politécnica de Cataluña a través de la Escuela Universitaria Politécnica de Girona, la Agrupació de Cooperatives Agràries de Girona, la Diputación de Girona, el Consell Comarcal del Baix Empordà, la Cambra Agrària Provincial de Girona, la Generalitat de Catalunya, a través del Departament d’Agricultura, Ramaderia, Pesca i Alimentació y el Departament d’Indústria, y el Ayuntamiento de la Tallada d’Empordà (municipio donde está ubicada).
Desde el inicio, junto con Josep Maria Pagès, que fue el director de la estación durante muchos años, empezamos a montar las colecciones de variedades y a realizar jornadas. En noviembre del año siguiente se constituyó el IRTA, y todo se ha ido encadenando.
¿Cómo ha evolucionado la evaluación de variedades?
En 1994 se constituyó la Estación Experimental de Lleida y desde entonces ha estado funcionando el Programa de Introducción y Evaluación de variedades del IRTA. En 2002 se creó el Programa de Mejora. Los dos programas han ido creciendo en paralelo, uno, el de Mejora, financiado en parte por el sector de empresas participadas por Fruit Futur, y el otro, el de Evaluación de variedades, prácticamente sin financiación, funciona gracias a proyectos que el IRTA ha ido realizando o mediante algún proyecto demostrativo del Departamento de Agricultura como el Demo Gala.
La colección de variedades ha aportado mucho al sector, dado que la innovación varietal y no correr el riesgo de equivocarse son muy importantes. Las variedades han sido la base en la estructura de nuestras jornadas, al menos en cuanto a la fruta dulce se refiere.
Para alguien que ha seleccionado tanto, ¿qué supone que haya variedades que luego desaparecen?
Esto pasa porque llegan nuevas variedades que las superan. Por ejemplo, el grupo ‘Gala’ es de los que más innovación ha presentado y aún presenta. Primero había muy pocas selecciones hasta que apareció ‘Galaxy’, con la que aumentó mucho la superfície producida, y luego lo hizo ‘Brookfield’, que fue básica para prosperar, alcanzando las ‘Gala’ a nivel de Cataluña entre el 27–30% de superficie. ‘Brookfield’ tuvo su momento, pero ¿qué pasó? El sector viverista multiplicó erróneamente clones y selecciones que coloreaban bien en otras zonas, pero que no estaban estabilizadas, y luego las trajo a la nuestra, pensando que colorearían por igual, pero aquí no lo hicieron. No hubo un buen seguimiento, una buena trazabilidad del material original para conseguir estabilizar su buen color. Además, en 2010–2012, comparando las nuevas plantaciones con las de años atrás, se vio que ‘Brookfield’ ya no se comportaba igual, esos árboles habían degenerado. Eso hizo que competidores de otros programas, ya sea porque consiguieron mutaciones más estables o seleccionaron mejor el material, obtuvieran variedades que competían con ‘Brookfield’ sustituyéndola, como ‘Gala Schniga® SchniCo’, ‘Gala Venus® Fenstripe’ y, más recientemente, ‘Alpigala’.
¿Han cambiado mucho las necesidades de los productores?, ¿el mercado ha provocado estos cambios?
El mercado ha ayudado. De galas más coloreadas han aparecido muchas lisas, pero el mercado no las quiere porque las confunde con las rojas, las ‘Red Delicious’; no las consideran ‘Gala’, aunque sí lo son. Por esto, los responsables de los supermercados o grandes estructuras de comercio, que tienen el poder de decisión, solo demandan Galas estriadas. Y aunque las variedades lisas colorean mucho más, nos vemos obligados a producir estriadas. ‘Alpigala’ es la que en la actualidad colorea más, motivo por que recomendamos plantarla en zonas donde sea más difícil colorear, como en las zonas del interior de la provincia de Girona o en las zonas productoras de Lleida.
Personalmente, opino que para evitar estas confusiones, deberíamos educar a los consumidores, y no lo estamos haciendo suficientemente. Para ello, pienso que una buena estrategia sería que el sector productor junto con el comercial y los centros de evaluación y experimentación hiciéramos un acompañamiento informativo de las características de las variedades, dando información a los consumidores.
El sabor o el tamaño, ¿también se valoran?
El sabor sí se valora. En este aspecto, destacan las últimas variedades adaptadas a climas con veranos muy cálidos, obtenidas en el programa de Mejora Hot Climate Partnership (HCP), formado por nosotros (IRTA), nuestro homólogo en Nueva Zelanda, Plant & Food Research, y la asociación catalana de productores de fruta Fruit Futur, ‘Tutti’ y ‘Stellar’, que aportan nuevos sabores, sobre todo la primera, que es dulce, equilibrada y muy refrescante, con una textura jugosa, fuerte, crujiente y moderna (explota en la boca). ‘Stellar’, quizá no tan extraordinaria como ‘Tutti’ ya que tiene otro equilibrio de gustos, también es buena, crujiente, muy jugosa, refrescante y apetitosa.
En cuanto al tamaño, la decisión de que las manzanas sean grandes o pequeñas la toman, en función de lo que demanden sus clientes, los gerentes de las empresas con los productores y, consecuentemente, estos regularán la carga de frutos en los árboles. Luego, las calibradoras actuales ya separan por calibres, los homogeneizan y hacen packs de manzanas pequeñas o grandes para los distintos mercados.
¿Son ‘Tutti’ y ‘Stellar’ resistentes al cambio climático?
Más que eso, son dos variedades que se han seleccionado, en el citado programa (HCP), en el campo de experimentación del IRTA en Gimenells (Lleida), donde las condiciones de temperatura y color son muy difíciles. Este programa se divide en cuatro fases. La primera, son los cruces que hacemos de los híbridos de una variedad utilizada como madre y polinizada por otra variedad utilizada como padre. De aquí salen 700–1.000 semillas de un mismo árbol, que darán lugar a plantones hermanos (familia), que sembraremos en una misma línea. A pesar de ser hermanos de cruce (misma variedad madre y mismo padre), la variabilidad es enorme (por ej., de una roja cruzada con otra roja pueden salir amarillas, verdes y de dos colores, y de épocas de floración y recolección diferentes). De estas, solo se catan aquellas manzanas interesantes por su aspecto. Así, se recogen muestras durante tres semanas: 6 o 7 frutos cuando están maduros y se ponen en una bolsa, lo mismo una semana después y a los quince días. Después, un panel experto de cata, anónimo y entrenado en el Fruitcentre, elige las que pasan a la siguiente fase. En la segunda fase, ya solo se plantan de cada selección 5 o 6 árboles, a los que realizamos seguimientos más exhaustivos, tanto cualitativos como agronómicos. Los que los superan llegan a la tercera fase y después, las mejores pasan a la cuarta fase (unos 200 árboles) ya en las empresas de los socios de este programa.
En la actualidad, de este programa que iniciamos en 2002, tenemos 16 variedades de manzana y 6 de pera que están en las últimas fases de evaluación. De estas, ya hemos presentado las dos manzanas, antes mencionadas: ‘Tutti’ en 2023 y ‘Stellar’ este año.
En una fase tan avanzada como la 4, ¿qué causa el descarte de una variedad?
Suele ser el aspecto más comercial. En esta fase, la superficie plantada es mayor, hay más árboles (unos 200) y se pueden realizar más pruebas. Los productores ya ven cómo se comporta la variedad en campo, si es fácil agronómicamente o si tiene alguna dificultad, sus aptitudes desde el punto de vista agronómico y comercial. Por tanto, todo ello les facilita decidir por cuál apuestan.
De todas las variedades que ha seleccionado, ¿con cuál se quedaría?
Son todas muy distintas y no me quedaría solo con una. Se ha de dar satisfacción a varios tipos de consumidor. En este sentido, hace unos años participamos en un proyecto europeo en el que se daban a probar diferentes variedades. Contrariamente a lo que pensábamos, que en los países del norte gustarían más acidas, estos mayoritariamente prefirieron las dulces (un 75%), pero había un 25% que las quería ácidas. Por este motivo, se entiende que haya consumidores que se decanten por ‘Granny Smith’, mientras que otros por ‘Fuji’, que son dos extremos en cuanto azúcares, dulzor y acidez.
Pensando en nosotros, las dos últimas variedades del IRTA, sobre todo ‘Tutti’ y algunas que vendrán a continuación, son muy buenas, no solo porque se han desarrollado en nuestro programa de mejora, sino porque evaluadas por gente externa los comentarios han sido muy positivos. Cabe remarcar que no solo están adaptadas a climas cálidos, sino que pueden hacerlo en climas más frescos, algo que al revés es imposible.
¿Queda algo pendiente por cubrir?
Las variedades amarillas son una de nuestras prioridades puesto que en la actualidad no existe ninguna que pueda sustituir a ‘Golden’. Es una variedad que podemos considerar antigua, pero que todavía se consume mucho y es la más plantada. Deberíamos encontrar una que sea mejor, que tenga resistencias, y no su fragilidad, y que sea más amarilla. Los mercados quieren ‘Golden’ amarilla, pero para conseguir que lo sea en nuestras condiciones hay que penalizar su estancia en campo, o sea recolectarla más madura, esto provoca que el fruto pierda firmeza y cambie su textura, algo que ni es bueno ni gusta al consumidor. Por ello, reitero, que debemos buscar una alternativa que sea viable.
A nivel personal, ¿cómo valora su amplia trayectoria profesional?
He disfrutado mucho porque es un trabajo apasionante. Pero lo más importante para mí, es que este haya sido útil para el sector frutícola y que este último lo valore positivamente, que espero que sí.
¿Y no lo encontrará a faltar?
Sí, pero llega un momento que se ha de poner punto y final. Además, hay gente que viene detrás que lo hará igual o mejor que yo, eso seguro.
S.P. – I.F., Mollerussa.
Publicado en Revista de Fruticultura nº102