Seguridad alimentaria

En el actual contexto de confinamiento debido a la crisis sanitaria, económica y social a causa del COVID-19 muchos ciudadanos se hacen la pregunta de ¿Cómo podemos gestionar la compra de producto fresco para que se conserve mejor el mayor tiempo posible, para así espaciar al máximo nuestras salidas para hacer la compra? La respuesta la dan los expertos de los programas de investigación de Postcosecha, Seguridad Alimentaria, Tecnología de los Alimentos y Acuicultura del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) que han hecho una serie de recomendaciones sobre cómo conservar mejor las frutas y hortalizas, así como también la carne, el pescado y los quesos.

Además de recordar que, de acuerdo con la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), no hay en la actualidad una evidencia científica que los alimentos sean una fuente o vía probable de transmisión del virus SARS-CoV-2, los expertos del IRTA recomiendan que se consuman productos de proximidad, no sólo para apoyar a los productores locales, sino también porque «la proximidad es una garantía de frescura».

Entrando en recomendaciones específicas, por lo que se refiere a las frutas y hortalizas, las judías, acelgas, lechuga o brócoli deben guardarse en los cajones inferiores de la nevera, ya que las protegen del frío directo y las mantienen a una temperatura de entre 8 y 10 ºC. Manzanas, peras, cítricos, alcachofas, ajos, tomates, cebollas y patatas pueden conservarse fuera de la nevera, si puede ser en un lugar fresco, seco y bien ventilado, y fuera de bolsas de plástico, para evitar el moho y que se deterioren rápidamente. De todas formas, en el caso de las peras y tomates, también pueden guardarse en la nevera si lo que queremos es alargar su vida útil, ya que son más perecederos que el resto de especies de las que se ha hablado.

Para poder disfrutar al máximo el sabor de los productos que hemos guardado en la nevera y que se consumirán en crudo, la investigadora del programa de Postcosecha del IRTA y experta en paneles de cata, Gemma Echevarría, ha señalado que «se recomienda dejarlos un rato antes a temperatura ambiente, porque es cuando emitirán más compuestos orgánicos volátiles y, por tanto, sus aromas se expresarán mucho mejor».

 

La importancia de lavarlas bien
Sobre si es necesario lavarlas o no, los expertos han apuntado que en general, las frutas y hortalizas que vayan a consumirse crudas, con o sin piel, es importante que se laven bien en abundante agua y, además, sumergirlas 5 minutos en agua potable con lejía de uso alimentario (una cucharada por cada 3 litros de agua) y después aclararla con abundante agua. Esta es una buena práctica desde el punto de vista de la salud (eliminamos tierra, microorganismos y/o restos de pesticidas), no para alargar su tiempo de conservación.

¿Cómo retardamos su maduración? La responsable del programa de Postcosecha, Neus Teixidó, ha respondido a esta pregunta indicando que «dependerá de si se trata de frutas u hortalizas climatéricas, que son las que siguen madurando una vez se han cosechado, o bien frutas y verduras no climatéricas, que son aquellas en las que la maduración tiene lugar solo en el árbol/planta y ésta se interrumpe al ser cosechadas». Los frutos climatéricos producen y liberan al ambiente etileno, un compuesto orgánico volátil que los ayuda a madurar, y que acelera la maduración de los frutos de su alrededor. Por esta razón, «para que se conserven más tiempo, lo mejor es no mezclar variedades o especies que produzcan etileno entre sí; de esta forma, se evitará que las que produzcan más etileno hagan madurar al resto», sugiere Teixidó. Así pues, se aconseja no mezclar frutas y hortalizas climatéricas no climatéricas porque, en algún caso, estas últimas pueden ser sensibles al etileno exógeno y deteriorarse más rápidamente. Las frutas y hortalizas climatéricas (que emiten etileno) son: manzana, pera, aguacate, plátano, kiwi, tomate, arándano y mango. Las no climatéricas (que no emiten etileno) son: moras, cerezas, cítricos, fresas, piña, pepino, berenjena y calabaza.

Asimismo, con la finalidad de evitar el despilfarro alimentario de las frutas y hortalizas más maduras, estas pueden aprovecharse para hacer macedonia, confituras, compotas e, incluso, puede congelarse si es que van a consumirse transformadas. Teixidó ha explicado que «al congelar la fruta, se rompen las membranas celulares y la textura cambia (deja de ser tan crocante y pierde firmeza), por lo que aconsejamos consumirla transformada, por ejemplo, en forma de salsas, batidos o helados». www.irta.cat

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COPA-COGECA, que representa a los agricultores y las cooperativas agrarias en la Unión Europea (UE), y el CELCAA, la asociación que representa a nivel europeo a más de 35.000 empresas dedicadas  el comercio agroalimentario, han señalado en un comunicado conjunto que los actores de la cadena europea de suministro alimentario “trabajarán mano a mano para garantizar que todo el mundo en Europa siga teniendo acceso a productos alimentarios y bebidas, de calidad y a precios asequibles, durante la pandemia del COVID-19.

Asimismo, han indicado que como consecuencia de las medidas de emergencia “importantes y necesarias” adoptadas por la UE, “nuestros miembros están experimentando dificultades crecientes en sus actividades empresariales. De hecho, se observan retrasos y perturbaciones en las fronteras que están afectando el suministro de ciertos productos agrícolas y manufacturados, así como de materiales de embalaje”. También constituye una preocupación, “la circulación de trabajadores, especialmente en vista del cierre de algunas fronteras y las restricciones de los desplazamientos, así como de la posible escasez de mano de obra debido a las restricciones de circulación aplicadas a nivel nacional para aplacar la crisis”.

Por todo lo expuesto, COPA-COGECA y CELCAA consideran clave:

Preservar el mercado único es la mejor opción para asegurar la estabilidad e inocuidad de la cadena de suministro de alimentos, así como el abastecimiento alimentario para toda la ciudadanía en Europa y el resto del mundo.

Instamos a la Comisión Europea a trabajar con los Estados miembros para explorar las vías de apoyo para el sector agroalimentario. En concreto, la instamos a tener presentes a los 11 millones de agricultores, a los 4,7 millones de trabajadores de la industria manufacturera, a las 294.000 empresas de alimentación y bebidas (incluidas las 22.000 cooperativas agrarias) y a las 35.000 empresas de Europa.

Instamos a la Comisión a trabajar con los Estados miembros para seguir de cerca la posible escasez de trabajadores (incluidos los temporeros) y el posible bloqueo de la producción, y consecuentemente, a preparar planes de contingencia. En todos los Estados se debería considerar a la cadena de suministro alimentario un sector fundamental.

Instamos a la Comisión a monitorear el precio de las materias primas y la situación del transporte y a no perder de vista las prácticas comerciales desleales.

Instamos a la Comisión a asegurarse de que todas las medidas están basadas en la ciencia. Además, debería informar acerca del dictamen de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, según el cual actualmente no existe evidencia alguna de que los alimentos sean una posible fuente o vía de transmisión del virus.

Por consiguiente, y a pesar de la pandemia de COVID-19, todo el sector agroalimentario mantiene su compromiso “de suministrar a todos los ciudadanos de la UE alimentos seguros, nutritivos, de alta calidad y a precios asequibles.

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El clamor del campo no puede ser ignorado 

 

Más de 35.000 personas han participado en las protestas convocadas por ASAJA, COAG y UPA en catorce puntos de siete comunidades autónomas. El «rotundo éxito» de las convocatorias demuestra el hartazgo del campo. «Es un clamor que no puede ser ignorado», aseguran los organizadores. Ante la inacción de Gobiernos e instituciones, las protestas continuarán la próxima semana.

Las organizaciones profesionales agrarias han valorado las movilizaciones de la semana pasada como un «rotundo éxito» de convocatoria. «El campo ha demostrado con creces su firmeza y su fuerza», aseguran. «Nuestra problemática y nuestras demandas han inundado los medios de comunicación, las redes sociales y la sociedad en general, es un clamor que debe ser atendido», han sentenciado.

La situación límite de la agricultura y la ganadería en España se ha hecho sentir estos últimos días en la opinión pública. El éxito de las marchas, concentraciones, tractoradas y protestas demuestra con claridad, a juicio de los convocantes, la urgencia de tomar medidas, articular reformas y cambiar comportamientos en la cadena agroalimentaria.

Medidas y cambios largo tiempo esperados y reclamados por el sector. El objetivo de las movilizaciones, explican, es servir para «cambiar las cosas» y producir un cambio de tendencia. Para eso, las instituciones, los Gobiernos y la cadena en su conjunto deben «sentirse aludidos y actuar», han señalado.

Además, los organizadores han subrayado que «para que sigamos alimentando a la sociedad, necesitamos que nos apoyen», invitando a la población a que participe, «porque esta es una lucha por la soberanía y la seguridad alimentaria de todos».

 

Las movilizaciones continuarán la próxima semana
Los agricultores y ganaderos al límite, como se autodenominan, aseguran que las protestas continuarán esta semana, y hasta que se observe un «verdadero cambio de actitud». Ya están anunciadas manifestaciones en Córdoba, Málaga, Granada, Valencia, Lleida y Tarragona.

UPA, ASAJA y COAG han remarcado su condena hacia actitudes violentas «totalmente minoritarias y en absoluto amparadas por sus organizaciones». Las protestas continuarán con su carácter reivindicativo y pacífico. «Nuestro objetivo es cambiar las cosas y tener un futuro como agricultores y ganaderos, nada más, ni nada menos», han concluido.

 

Estos son los motivos por los que se están movilizando los agricultores y ganaderos:

  1. Falta de precios justos: Los agricultores y ganaderos no obtienen un precio justo por sus productos que les permita alcanzar una mínima rentabilidad. El motivo: el desequilibrio de la cadena agroalimentaria, que provoca que gran distribución e industrias sean pocos y poderosos y los agricultores muchos y débiles.
  2. Subida de los costes de producción: La subida de los costes de producción de todo tipo se convierte en un enorme problema para los agricultores y ganaderos, que no tienen capacidad de trasladar esa subida al precio de sus productos y se ven obligados a vender por debajo de sus costes. Esto ahoga a los productores de forma sangrante, hundiendo sus posibilidades de futuro y abocando al cierre a muchas explotaciones.
  3. Recortes en las ayudas: las ayudas provenientes de Europa e incluso las que destina el Gobierno central y las Comunidades Autónomas llevan años sufriendo recortes. La situación de fragilidad es tal que obliga a destinar más fondos para apoyar a un sector estratégico y clave para el futuro de la sociedad.
  4. Barreras comerciales: La imposición de barreras comerciales como el veto ruso, el Brexit o los aranceles de Trump a las aceitunas de mesa, al aceite y al vino son un grave problema para dar salida a muchas producciones que son demandadas y valoradas en el exterior. La balanza comercial de España se resiente, y la economía de los agricultores y ganaderos, más.
  5. Empoderamiento de los agricultores y ganaderos: Somos un actor clave en el futuro de la sociedad, pero no somos valorados como tal. Sin nosotros, no hay alimentos. Sin nosotros, no habrá un medio rural vivo y con futuro. Sin nosotros habrá más despoblación. Desde UPA hacemos un llamamiento a la sociedad para que el orgullo rural se extienda a toda la población. Sólo un país orgulloso de sus orígenes –rurales- y de sus valores –como nuestros alimentos y nuestra gastronomía- podrá tener un futuro próspero.
  6. Reto climático: Los agricultores y ganaderos están aprovechando las protestas para defender su papel en relación con el reto climático. La capacidad de la agricultura y la ganadería para gestionar el entorno es indiscutible. Sin nuestras actividades tendríamos una naturaleza más asilvestrada y sin control y más riesgo de incendios forestales y desertificación.
  7. Control de la fauna salvaje: La convivencia entre la agricultura, la ganadería y la fauna salvaje debe ser controlada y regulada para que sea viable. No es conveniente confundir protección de la naturaleza con un silvestrismo mal entendido. La mejor manera de proteger a las especies salvajes es regulando sus poblaciones y permitiendo una convivencia real entre la fauna salvaje y el ser humano.
  8. Reglamentación de ciclos cortos de comercialización, productos de proximidad y etiquetado en origen: Las leyes deben dar respuesta a los problemas de los ciudadanos, no generar más perjuicios de los que resuelven. Urge un cambio legislativo para permitir que agricultores y ganaderos lleven a cabo la venta directa de sus productos. En materia de etiquetado, urge imponer la obligatoriedad de reconocer el origen de todos los alimentos en su etiqueta.
  9. Freno a la especulación con los productos agrarios: Mientras la rentabilidad de la agricultura está bajo mínimos, siguen produciéndose prácticas comerciales abusivas y desleales. Los intermediarios deben ser conscientes de su papel en la cadena agroalimentaria. La Ley de cadena alimentaria debe cambiar y hacerse más exigente con los que abusan.
  10. Reivindicación del papel vertebrador de la agricultura y la ganadería frente al despoblamiento, a los problemas ambientales y territoriales: La preocupación de la opinión pública sobre el problema demográfico y territorial crece día a día. El debate sobre la España vaciada ha saltado a los primeros niveles. Sin embargo, en ese debate los agricultores y ganaderos debemos cobrar un mayor protagonismo. Sin nosotros, no habrá futuro para el medio rural.

 

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AECOC celebrará su 16º Congreso de Seguridad alimentaria y Calidad el próximo 19 de febrero en el hotel Novotel Madrid Center, bajo el lema ‘Avanzando en la integridad alimentaria’, que contará con ponentes que pondrán el foco en distintos aspectos del conjunto de retos de presente y futuro a los que se enfrenta el sector.

Así, participarán profesionales como el jefe del Área de riesgos químicos en los alimentos de AECOSAN, César Casado; el investigador del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas, Miquel Porta, y la subdirectora de ITENE Centro Tecnológico, Carmen Sánchez, quienes ofrecerán su visión de manera conjunta en una charla titulada ‘Plásticos y otros materiales en alimentación a debate: situación actual y perspectivas’.

Por su parte, el subdirector general de Promoción de la Seguridad Alimentaria de AECOSAN, Victorio Teruel, ofrecerá una ponencia sobre los beneficios del etiquetado frontal en España, así como qué elementos han motivado la elección del nuevo semáforo Nutriscore frente a otros modelos de etiquetado existentes.

El experto en ciencia, innovación y gastronomía y socio fundador de Gastronomy Solution, Pere Castells, hablará de innovación para una nueva alimentación, haciendo hincapié en las nuevas pautas de consumo que va adquiriendo la sociedad y que tienen en cuenta variables como la salud a largo plazo, la sostenibilidad ambiental o el bienestar animal, entre otras.

 

Fraude y ‘fake news’
Además, en esta edición, el congreso pondrá el foco en cómo evitar el fraude en el sector y las ‘fake news’ o noticias falsas, es decir, bulos que se propagan con una voluntad deliberada de engañar pero que adquieren apariencia de noticia real y que, en este caso, afectan al sector de la agroalimentación.

Para ello se contará con la intervención del analista de Inteligencia contra el fraude de la Comisión Europea, Javier Ruiz–Santaella, quien profundizará en la lucha contra el fraude alimentario como una cuestión compleja y transversal dentro de la Unión Europea.

Además, los periodistas Marc Amorós, autor del libro ‘Fake news. La verdad de las noticias falsas’, y la periodista Rocío Pérez, coordinadora de Maldita Ciencia en Maldita.es, arrojarán luz sobre el alcance y funcionamiento de estas informaciones falsas en el sector alimentario, en un momento en el que estos bulos adquieren cada vez más relevancia pública y cuya previsión por parte de algunos expertos es de crecimiento hasta alcanzar el volumen de noticias reales en 2022.

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Las aflatoxinas en los alimentos, incluyendo la leche, pueden dañar seriamente a los seres humanos, los animales y la reputación corporativa. Pero el Grupo Nestlé en China y la planta de descascarado de cacahuete de mayor antigüedad en los Estados Unidos nos muestran cómo las máquinas clasificadoras láser pueden eliminar el riesgo.

La contaminación de alimentos por aflatoxinas, que puede causar cáncer, preocupa a científicos y reguladores. La preocupación por los efectos de estos “venenos naturales”, expresadas a principios de este año por grupos de científicos, han proporcionado un claro recordatorio del riesgo para la salud de los consumidores y del riesgo comercial para las empresas alimentarias.

Las aflatoxinas son un problema que se encuentra con mayor frecuencia en plantas cultivadas o alimentos almacenados en zonas de Asia, África y los Estados Unidos. Esto se debe a que las toxinas se originan en dos especies de hongos que favorecen los climas cálidos y húmedos. Sin embargo, en febrero de 2018, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) informó que también existe una creciente alarma por «los elevados niveles de aflatoxinas observados por algunos productos alimenticios originarios de países europeos». Pronto la EFSA realizará su primera evaluación de riesgos completa de aflatoxinas en más de una década.

Esta alarma no resulta sorprendente. Las aflatoxinas son 68 veces más letales que el arsénico y son capaces de dañar seriamente los hígados de humanos y animales. Las aflatoxinas pueden causar fiebre, malestar general y anorexia, seguidos de dolor abdominal, vómitos y hepatitis. Peor aún, la toxicidad crónica de las aflatoxinas puede reducir la eficacia inmunológica y desencadenar el cáncer, por lo que están clasificadas por la Organización Mundial de la Salud como un carcinógeno del Grupo 1. Se sabe que la exposición a alimentos contaminados con aflatoxinas ha causado cientos de muertes en India y Kenia, y muchas muertes más probablemente no hayan sido denunciadas. Incluso en Europa, donde existen normas estrictas sobre inocuidad de los alimentos, varias naciones informaron en 2013 que la leche estaba contaminada por aflatoxinas.

El tipo más venenoso de aflatoxina es el B1. Se produce naturalmente en una amplia gama de alimentos. Este hongo infecta cultivos de cereales como el trigo, además de nueces de nogal, maíz, algodón, cacahuetes y otro tipo de nueces. La aflatoxina B1 también infecta especias, aceites vegetales crudos, higos, otras frutas secas, granos de cacao y arroz. Por su parte el M1, puede estar presente en la leche provieniente de animales que han comido alimentos contaminados con aflatoxina B1. La pasteurización de la leche no protege contra la infección por aflatoxinas.

Las aflatoxinas no son dañinas para los seres humanos o los animales si se consumen en pequeñas dosis, pero la ingesta de aflatoxinas de los alimentos y la leche tiene que mantenerse baja. Por esta razón, en muchas partes del mundo, los niveles máximos permisibles de aflatoxinas en los alimentos están definidos por la ley. Si los reguladores encuentran estos niveles excedidos, el responsable comercial paga un alto precio. Además de la retirada de su producto, se derivarán de la misma otros daños que supondrán un alto coste para la compañía y afectarán negativamente a la marca. En resumen, posibles consecuencias fatales para la empresa.

Todos estos peligros se ven agravados por el hecho de que las aflatoxinas son invisibles a simple vista.

 

Por qué buenas muestras pueden llevar a malas noticias
Algunas empresas alimentarias controlan las aflatoxinas analizando muestras de sus productos. Esto podría parecer una precaución responsable, pero desafortunadamente no es confiable.

Tomar muestras no proporciona pruebas estadísticamente adecuadas de que el producto sea completamente seguro. Para visualizar por qué, imagina los cacahuetes llenando un enorme silo. ¡Sin duda, un montón de cacahuetes! El problema es que el silo puede tener acumulados niveles peligrosamente altos de aflatoxinas pero que se encuentre ubicados en pequeños “nidos” de producto. Por eso la probabilidad de recoger precisamente una muestra que contenga frutos secos contaminados es baja y, por tanto, sin la correcta detección, la probabilidad de que el producto contaminado llegue al cliente final es muy alta.

Una alternativa a la toma de muestras es el blanqueo de los cacahuetes, pasarlos a través de un tratamiento térmico a baja temperatura para poder quitar el recubrimiento de la semilla. Desde el punto de vista del productor, esta solución no resulta idónea por dos motivos: acorta la vida útil del producto y aumenta considerablemente los costes de producción.

La otra solución, sin duda la más segura, es confiar en la detección mediante máquinas clasificadoras.

 

Las clasificadoras reconocen y eliminan las aflatoxinas
El mejor método para la detección de aflatoxinas es emplear máquinas clasificadoras basadas en sensores producidas por TOMRA, pionero mundial en tecnología basada en sensores que asegura la inocuidad de los alimentos.

Las máquinas de TOMRA emplean varios tipos de sensores. En primer lugar, podemos destacar los sensores NIR (Near Infra-Red), que son extremadamente rápidos y fiables, y que detectan el espectro infrarrojo específico de varios objetos con una resolución óptica muy alta. También utilizan iluminación fluorescente y láseres de última generación para analizar la estructura de la superficie y la composición elemental de los objetos que pasan a lo largo de una línea de producción de alimentos. El diseño óptico especial del láser Detox de TOMRA identifica la intensidad extremadamente baja de la luz reflejada por el hongo de las aflatoxinas en una variedad de alimentos. Esto permite la detección de la contaminación por aflatoxinas.

Además de este extraordinario avance, las máquinas clasificadoras TOMRA también emplean una tecnología única de identificación de firma biométrica (BSI, biometric signature identification). La tecnología BSI detecta las características biométricas de los alimentos que escanea –por ejemplo, nueces y pasas– y los compara con las características almacenadas en la base de datos de la máquina para determinar si los artículos deben ser aceptados o rechazados. BSI ofrece mejores resultados que la tecnología espectral convencional ya que puede detectar y eliminar defectos de menor tamaño. La precisión de detección es tan buena que las tasas de rechazo falso son excepcionalmente bajas y el rendimiento es realmente alto.

Un buen ejemplo de esta tecnología se puede ver en acción en la línea de procesamiento del Grupo Nestlé en Dongguan, China, dirigida por la sub-marca Hsufuchi Foods. La calidad y la seguridad son uno de los diez principios corporativos de Nestlé, que ha elegido a TOMRA como su socio estratégico en la lucha contra la contaminación por aflatoxinas en los productos derivados del cacahuete. Desde septiembre de 2016, Hsufuchi Foods ha operado dos máquinas de clasificación TOMRA Helius para alcanzar los estándares de calidad globales de Nestlé, que son más estrictos que las normas de seguridad alimentaria nacionales de China.

Además de suministrar clasificadores para detectar aflatoxinas, TOMRA también ofrece un soporte integral en la configuración y optimización de las máquinas. Para validar los clasificadores Helius de Nestlé con la tecnología Detox, el equipo técnico de TOMRA realizó una prueba de 6 meses en la línea de procesamiento de Dongguan, ajustando los parámetros de clasificación con más de 500 toneladas de cacahuete de diferentes variedades. TOMRA trabajó también con Nestlé en la inspección de calidad e invitó a una agencia de inspección externa a definir los protocolos de validación, para así asegurar que el proceso de validación y los resultados fueran suficientemente representativos.

Zhang Ahfung, subdirector general a cargo de la producción en Dongguan, dijo: «El soporte técnico de TOMRA fue muy eficiente y rápido en respuesta, tanto en la fase de prueba como después de la instalación de la máquina. A través de muchas pruebas, ahora tenemos la seguridad de que la clasificadora Helius de TOMRA puede controlar eficazmente el nivel de aflatoxina en los cacahuetes. Esto me tranquiliza, porque ya no tengo que preocuparme por la calidad de nuestros productos. Consideraremos la implementación de un clasificador basado en la tecnología Detox en todas las instalaciones donde surjan problemas de aflatoxinas».

 

Damasco, el proveedor líder de EE. UU. "asombrado" por los resultados
Las pequeñas empresas familiares también se benefician de las tecnologías de TOMRA. Como ilustración de esto, tenemos a Damascus Peanut Company, que emplea en Estados Unidos 3 unidades de la clasificadora Nimbus de TOMRA. Cada unidad está equipada con el módulo láser requerido para detectar aflatoxinas.

Este negocio especializado en descascarado de cacahuetes emplea aproximadamente a 125 personas y tiene su fábrica en Arlington, Georgia, donde se trabaja en turnos las 24 horas del día. Esta es la planta operacional de descascarado de cacahuete es la más antigua del país y se ha mantenido al frente del mercado al emplear equipos de última generación. Damascus ha confiado en las máquinas TOMRA desde 2002. El resultado es un cacahuete de alta calidad, que se suministra a muchas marcas de alimentos muy conocidas en Europa y Japón, así como en los Estados Unidos.

Damasco adquirió la primera máquina TOMRA en 2002 con la intención de clasificar el material extraño de su línea. No esperaba que la máquina además de clasificar pudiese detectar los cacahuetes contaminados con aflatoxinas, pero una agradable sorpresa estaba en camino.

La máquina de TOMRA se instaló en Arlington durante un año. Durante ese tiempo la calidad de la materia prima fue inusualmente mala y hubo una alta incidencia de aflatoxinas. Cuando los lotes finales obtenidos en la planta de procesamiento se analizaron para detectar estos compuestos, los resultados fueron mucho mejores que los de otras 3 plantas del grupo. Esto llevó a Damasco a preguntarle a TOMRA si su máquina también era capaz de clasificar por aflatoxina. TOMRA compartió que tenía un cliente de cacahuetes que usaba un clasificador TOMRA y que podido controlar la aflatoxina. TOMRA solicitó a Damasco que verificara el rechazo de la clasificadora de TOMRA. Poco después, los resultados de varias pruebas químicas dieron una indicación positiva de que la máquina detectaba y eliminaba los cacahuetes contaminados con aflatoxinas. Llegados a este punto, TOMRA envió ingenieros especializados en la tecnología láser a Damasco para afinar la capacidad de identificación de aflatoxinas de la máquina, que se volvió totalmente confiable.

Bryan Willis, presidente de Damasco, explicó: «La aflatoxina es un problema costoso para un procesador de cacahuetes. Antes de que tuviéramos las máquinas de TOMRA, la única forma de lidiar realmente con la aflatoxina era blanquear. Pero comparado con el escaldado, el láser de TOMRA resulta mucho, mucho menos costoso. Debido a sus buenos resultados, el retorno de la inversión ya se ha logrado hace mucho tiempo. Y, por supuesto, las máquinas hacen además un gran trabajo detectando y eliminando material extraño, que es la razón por la que originalmente las compramos, antes de descubrir que pueden detectar algo que los humanos no podemos ver».

«Inicialmente, éramos escépticos sobre la máquina que detectaba la aflatoxina. Pero luego comenzamos a entender que la toxina es estructuralmente diferente a la carne del cacahuete. El clasificador láser observa la toxina de manera similar a como lo haría con una pieza de vidrio, metal o cualquier material orgánico que no sea cacahuete. Fue muy difícil para la industria entender esto al principio, porque suponía un gran avance respecto a la tecnología existente. Todavía sigo asombrado, pero la prueba está en los resultados, y el problema de la aflatoxina se ha resuelto».

Bjorn Thumas, director de Desarrollo Comercial de Alimentos de TOMRA Sorting Solutions, dijo: «Lo que nuestra máquina hace es equivalente a inspeccionar cada semilla de cacahuete, que es exactamente lo que se necesita para garantizar la seguridad alimentaria. Por supuesto, el sistema también realiza al mismo tiempo otras funciones de clasificación importantes, eliminando material extraño y alérgenos de la línea. Y cuando se maneja maíz, el láser también puede diferenciar entre semillas GMO y no GMO».

«Nuestras máquinas aumentan la productividad y mejoran los rendimientos a la vez, pero además protegen contra uno de los mayores peligros a los que se enfrenta la industria alimentaria. Las aflatoxinas son una posible causa de muerte, tanto para los humanos como para las empresas, pero podemos mantenerlas bajo control».

Para obtener más información sobre la detección de aflatoxinas: www.tomra.com/en/sorting/food/why/food-safety

Para más información sobre TOMRA Sorting Food, visite www.tomra.com/es/food

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