Fruta dulce en Cataluña, revisión de estrategias ¿De qué estamos hablando?

La fruta dulce es, en valor económico, la primera producción agrícola catalana, ocupando una posición relevante en el marco de la fruticultura española. Concretamente, en relación al conjunto español, produce el 49% de manzana, el 40% de pera, el 25% de melocotón y el 30% de nectarina. La producción se concentra sobre todo en Lleida. En los últimos veinte años ha existido una clara tendencia hacia la fruta de hueso que ha ido ganando terreno en detrimento de la manzana y la pera, algo que se corresponde con su mejor idoneidad climática.

Desde un punto de vista comercial el carácter muy perecedero de la fruta de hueso va acompañado de una muy alta volatilidad de precios, volatilidad que, en menor grado, afecta también a la fruta de pepita. El sector tiene una clara orientación exportadora, ocupando la primera posición en la exportación agrícola catalana. Aproximadamente, el 90% de la fruta se destina a consumo en fresco, el resto va a la industria.

El sector ha vivido en los últimos veinte años una trayectoria de crecimiento y relativo optimismo que ha quedado frenado en seco a partir del bloqueo del mercado ruso. Pero este detonante no parece que sea la única causa de la caída de precios. En diez años el crecimiento de melocotón y nectarina en España había sido del 28% y en Cataluña del 22%. La sobreoferta estaba garantizada. Sin embargo, la súbita crisis de precios evidenció que quedaban otros retos importantes que debían afrontarse, algunos de los cuales ya se habían perdido en el cajón de la comodidad, otros nacían de nuevas coyunturas (escenario Trump, Brexit) y, finalmente, otros respondían a un nuevo escenario estratégico global que requería una respuesta severa.

Inventario de preocupaciones

1.– Cambio climático, que a largo plazo puede afectar a la disponibilidad de agua, pero a corto y medio plazo a la idoneidad climática de algunos cultivos (pera y manzana) y a la multiplicación de daños por fenómenos meteorológicos extremos.

2.– Gestión del regadío, que exige la rápida transformación hacia formas eficientes de riego a presión como herramienta necesaria de la agricultura de precisión. Actualmente todavía el 29% de la superficie se riega por inundación.

3.– Sobreoferta estructural. En las plantaciones arbóreas pueden producirse desajustes importantes dada la distancia temporal entre el momento de la decisión de planificar la plantación hasta la obtención de una cosecha rentable. Esta característica requeriría una mayor y mejor información a nivel amplio o global que permitiera ajustar las previsiones de oferta y demanda.

4.– Volatilidad de precios, una característica que es intrínseca al sector y debería ser abordada de modo ordinario desde la PAC y no con medidas extraordinarias que requieren esfuerzos suplementarios para activarse.

5.– Régimen de tenencia de la tierra. En fruta dulce en Cataluña la mitad de la superficie es de arrendamiento. La creciente presión sobre el activo suelo agrícola puede poner en riesgo la continuidad total o parcial de algunas explotaciones. Es momento de garantizar largos periodos de arrendamiento y establecer la normativa oportuna en defensa de las estructuras productivas.

6.– Dimensión empresarial y parcelación de las fincas. En un escenario altamente competitivo, la dimensión es un activo básico como generador de economías de escala, como multiplicador de la capacidad de negociación frente a clientes y proveedores y para aumentar la capacidad financiera ante las inversiones necesarias para llevar a cabo las transformaciones requeridas a nivel empresarial, tecnológico y comercial. En este aspecto debe considerarse en positivo el marco normativo comunitario (OCM) para impulsar la concentración –y promoción– del sector a través de las organizaciones de productores (OP).

7.– Cadena de valor. Actualmente la cadena de valor en la fruta fresca adolece de claras asimetrías que se corresponden en buena parte con una baja capacidad de negociación asociada a la dispersión de la oferta.

8.– Estructura asociativa. La superficie agrupada en OP ha aumentado significativamente en los últimos años, pero es todavía insuficiente y excesivamente fragmentada. Las relativamente recientes modificaciones de las normas de competencia (Reglamento (UE) nº 1308/2013, que entró en vigor el 1 de enero de 2018), parecen ser una llamada a la agrupación en OP y AOP para equilibrar la capacidad negociadora.

9.– Consumo. El sector de la fruta dulce se enfrenta a un serio problema de reducción del consumo, sobre todo en jóvenes (Figura 1). Por otra parte, están cambiando rápidamente las tendencias de consumo según las siguientes claves: salud (dieta mediterránea), fresco, local (Km 0), sostenible (ecológico...), comodidad, sabor, tendencias que deberían reforzar el consumo de frutas y el valor añadido de las mismas.

10.– Mercados. Es momento de incertidumbres en el comercio internacional: emergencia de las políticas proteccionistas, continuación del bloqueo del mercado ruso, Brexit, etc. Con nuevas formas de comercialización a partir de la utilización de las tecnologías de la información y la comercialización, las cuales eliminan las barreras de la distancia física y amplían la capacidad para acercar la oferta a los requerimientos de la demanda. Al mismo tiempo con un mercado local relativamente importante que sigue siendo una opción a reforzar.

11.– Retos tecnológicos. Agricultura de precisión, robotización, biosensores, Big Data, biotecnología, etc., es decir, nuevas herramientas con las que abrir la puerta a grandes transformaciones, pero que supondrá asimismo asumir nuevas inversiones.

12.– Objetivos de desarrollo sostenible. Las técnicas productivas se están modificando rápidamente desde el punto de vista de la sostenibilidad y de lucha contra el cambio climático. Se trata de un proceso que comporta y comportará nuevas exigencias sanitarias y nuevas restricciones medioambientales. Un proceso que partirá de grandes acuerdos internacionales que se concretarán en normativas legales específicas.

Fortalezas y oportunidades

Cataluña se encuentra dentro del intervalo que podríamos definir como clima favorable para la fruta dulce, sobre todo para el género Prunus. Cuenta con una red de regadío consolidada y con una larga tradición y experiencia en la producción. Dispone de modernas de conservación, transformación y procesamiento, entre las cuales cooperativas de notable dimensión. Cuenta también con unos centros tecnológicos avanzados y reconocidos, como el IRTA (Instituto de investigación y tecnología agroalimentarias) y universidades como la UdL (Universidad de Lleida). La producción se encuentra próxima a grandes mercados consumidores, sin que ello impida la preferencia por los mercados de exportación en proceso rápido de consolidación. Finalmente, una referencia a AFRUCAT (Asociación empresarial de fruta de Cataluña), como dinamizador del sector y al Observatorio de la Fruta Fresca.

Todo ello en un escenario que, al margen de las exigencias que supone, abre la puerta a amplias oportunidades. Las nuevas tecnologías de la información aliadas con las nuevas tecnologías en el ámbito de la biología y la producción agrícola permiten avanzar hacia la agricultura de precisión con beneficios en costos y en reducción de impactos ambientales. La nueva área de regadío Segarra–Garrigues ha de permitir multiplicar superficie y producción. El Plan de Reconversión del Sector de la Fruta Dulce ofrece una oportunidad para la diversificación productiva. Las nuevas tendencias de demanda son favorables al recuperar valores más saludables como la dieta mediterránea y el fomento de la fruta y de lo vegetal, valoración de lo fresco y lo local, con nuevas exigencias de sostenibilidad e impulso de la agroecología. En otro sentido, la tendencia a la comodidad del consumidor dirige nuestra mirada hacia la industria, nuevos productos de cuarta y quinta gama tendrán contenido de frutas y, a su vez el desarrollo de la bioeconomía encontrará nuevas salidas a subproductos de la producción frutícola o, incluso, nuevos usos a la propia fruta.

Y mientras tanto se siguen ampliando los mercados internacionales (Figura 2) al ritmo del desarrollo mundial y de un esfuerzo inteligente para penetrar en ellos. Sin embargo, el comercio internacional de fruta dulce se concentra todavía en el entorno europeo más cercano. Los cinco destinos principales para la exportación [Alemania (GE), Francia (FR), Italia (IT), Reino Unido (UK), Países Bajos (NL)] acaparan el 60% de éstas. En relación a la importación destaca Nueva Zelanda, como primer origen (22,2% de importaciones); sin embargo, los siguientes cinco orígenes coinciden prácticamente con los principales destinos de exportación [FR, IT, GE, NL, Bélgica (BE)] con un 53,5% de las importaciones. Por cierto, dentro de una necesaria perspectiva de ampliación del área de comercio internacional no debería olvidarse la existencia del aeropuerto de la localidad leridana de Alguaire.

Políticas frente a un escenario complejo

Hemos entrado en un torbellino de cambios donde la imaginación y la tecnología pueden abrir muchas oportunidades. Se trata de un escenario complejo en plena transformación. Por sentido común un escenario complejo requerirá respuestas asimismo complejas. Las actuaciones dirigidas a optimizar la posición en el nuevo escenario deberían contar con dos vectores complementarios: la adaptación al escenario existente o el reequilibrio y modificación de este. En el primer caso se busca aumentar la competitividad, en el segundo se intenta reducir la presión competitiva.

Con todas las limitaciones que puede ofrecer un esquema simple, podríamos incluir en el primer apartado, de adaptación al escenario mediante la modificación de nuestra capacidad competitiva, las siguientes opciones: en primer lugar, la mejora de costes, ya sea mediante la tecnología (incluyendo el riego eficiente y la agricultura de precisión), la mejora de la gestión empresarial, o la obtención de economías de escala a través de estrategias de integración productiva o comercial. En segundo lugar, la diferenciación a partir de diferentes opciones que cuenten con una demanda potencial: fruta ecológica, origen, posicionamiento temporal de la oferta (fruta extra–temprana, por ejemplo), etc. En tercer lugar, la orientación al consumidor, fomentando el consumo a través de una acción comercial imprescindible a nivel local y global con el soporte de las tecnologías digitales, atendiendo a las tendencias de la demanda (nuevos productos, nuevas variedades, nuevas presentaciones), con un papel cada vez más relevante de la transformación industrial. En cuarto lugar, la búsqueda de la seguridad ya sea evitando, amortiguando o recuperando pérdidas desde muy diversas perspectivas: diversificación, seguros de cosecha, redes anti–granizo, fondos reguladores o estabilizadores de renta.

En el segundo apartado de reequilibrio del marco competitivo debe situarse, en primer lugar, la información, la mejora de la transparencia del mercado y del entorno. En este sentido el ‘Observatorio de la Fruta Fresca’ es una herramienta de gran interés. En segundo lugar, todas las políticas de regulación de los mercados (stocks reguladores, plan de reconversión, ayuda alimentaria, etc.). En tercer lugar, el reequilibrio de la cadena reforzando la propia posición negociadora a partir de la integración horizontal (mayor base productiva) o vertical (integrando nuevos eslabones de la cadena) desde la propia unidad productiva o mediante Organizaciones de Productores (OP) o Asociaciones de Organizaciones de Productores (AOP). En sentido paralelo, impulsando mecanismos que propicien sinergias entre los diferentes operadores: interprofesión, código de buenas prácticas, etc. En cuarto lugar, la posición activa de lobbies/lobby?, desde la posición más fuerte posible, en los distintos marcos internacionales competentes para poder defender un comercio equitativo, la calidad europea y las especificidades de la agricultura mediterránea.

Cinco claves de futuro

A modo de resumen señalaría cinco palabras clave, quizás cinco obviedades, pero muchas veces llamamos obviedad a las cosas importantes, rebajando con ello su importancia y abriendo con ello el camino a no tenerlas suficientemente en cuenta.

a) Dimensión horizontal y vertical. En horizontal, para alcanzar las necesarias economías de escala, para obtener mayor capacidad de negociación, para disponer de capacidad financiera con la que abordar los necesarios procesos de inversión, para poder diversificar la producción y reducir riesgos. En vertical, para –además– poder obtener los márgenes de eslabones más remuneradores de una cadena alimentaria asimétrica y para disponer de la capacidad para transformar el producto y, si cabe, distribuirlo.

Dimensión que, si se carece, debe conseguirse vía integración o asociación. En este aspecto para pequeñas y medianas explotaciones el sistema cooperativo puede ser una opción asequible y eficaz, en la medida que puede permitir disponer de mayor dimensión, en horizontal y vertical, sin perder la autonomía de la propia empresa agrícola.

b) Tecnología. La revolución digital y la biotecnología transformarán el siglo XXI. Subir al tren de estas transformaciones requiere estar cerca de los centros donde se producen. Los acuerdos de cooperación con los centros I+D serán imprescindibles, así como las necesarias inversiones para adoptar las nuevas herramientas y obtener nuevas y mejores soluciones.

c) Industria. La integración de la producción primaria con la industria es cada vez más evidente. Esta necesaria integración se incrementará desde el vector económico en relación a la captación de márgenes, pero también a partir de las nuevas oportunidades y exigencias hacia la bioeconomía circular. Ello comportará la participación de la fruta en la confección de nuevos alimentos y, en otro sentido, el aprovechamiento como nuevos productos de los residuos de la producción.

d) Consumidor. Conocer y entender el consumidor será la gran tarea que posibilitarán las aplicaciones de inteligencia artificial dentro de un escenario de cambios de tendencias desde las nuevas posibilidades que ofrece la tecnología, de las nuevas exigencias de dieta saludable y de nuevas exigencias medioambientales.

e) Cambio. Es difícil reconocer que Google tenga apenas veinte años o que el iPhone nació hace doce años. Por ello es difícil de imaginar el sector dentro de veinte años. Sin embargo, el sector deberá estar ahí, abierto a los cambios que el escenario y la tecnología propiciarán. Cambio es la marca del futuro.

Francesc Reguant. Economista, director del Observatorio de la Economía Agroalimentaria del Colegio de Economistas de Cataluña.

Publicado en Revista de Fruticultura nº69

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